martes, 11 de agosto de 2009

UNA LECCION DE LOS BUFALOS MOJADOS


¡Está bien! Creo que lo de madurar no me interesa por ahora. Todo empezó como un chiste luego de una reunión en casa de David Marcano, baterista de Triad, a quienes hay que felicitar porque se están yendo a Londres a una mini gira. Por allí estarán incluso tocando en la fiesta del disquero y manager Alan McGee, el mismo que descubrió a Oasis y fue parte importante del Britpop.

Volviendo al asunto, reunidos con buenos amigos como Maximiliano Manzano, Marco77 (Moulin Rouge), Manuel Redondo (Equilibrio), la gente de Randall´s Projects y sus hermanos de The Asbestos, por supuesto Triad y algunos visitantes que se reunían para ver que si el DVD Unplugged de Pearl Jam, el original, algunas sessiones grunge pasadas, incluyendo documentales y todo eso, salió el chiste: Los Búfalos Mojados, aquella logia que nos presentaba las caricaturas de Los Picapiedras.

Más que huir de las esposas o novias, la cosa se fue convirtiendo en un ritual para discutir y descubrir música, las historias detrás de las canciones y sentarse hasta escuchar un disco completo y tratar de analizarlo, a veces la cosa resulta en intercambio de bandas... ¡Claro que hay alcohol! La cuestión es que este tipo de reuniones me hizo darme cuenta de cómo extraña uno las tertulias musicales.

La inmediatez del mp3, el ipod y la tecnología nos ha hecho desligarnos del verdadero sentido de apreciación musical. Ya no importan las carátulas de los discos, ni el orden de las canciones, sino quién tienes mas Gigabytes de música, sin que sea capaz de oír el 60% de lo que tiene su disco duro.

Aquella virtud melómana se ha perdido hasta el punto de querer ostentar tanto material para que puedan tildarte de “culto musical”. Allí entra la parte del verdadero artista, la gran banda, la magia de una canción, captar la atención de la gente. Es como ser parte de un zapping, lograr que un tema o banda nueva sea capaz de pasar el filtro creado por el mar de conocimiento musical de un centímetro de profundidad que se ha creado entre la generación del download, no es fácil, pero hay sus excepciones. En ese momento nos tomamos el tiempo de oír con detenimiento qué hay de nuevo, si es que lo hay, pero celebramos cuando existen.

¿Recuerdan cuándo fue la última vez que oyeron un disco con detenimiento, su concepto, letras, música y contenido sin dejarse llevar por la melodía mientras hacen ejercicio o trabajan? Somos como zombies llevados por cualquier soundtrack fabricado desde el ramdom o un sucinto playlist.
Pienso que hay que retomar ese conjunto de sensaciones, tal vez inútiles, pero gratificantes. La inutilidad de ciertas acciones del ser humano deriva en su necesidad por descubrir nuevas sensaciones. Es divertido perder el tiempo con un buen disco, ese que rescata aquello que creemos perdido. Quizás el rock no va a salvar al mundo, pero si le prestamos un poco de atención, nos va a proteger de la miseria cotidiana, al menos en un sentido hedonista de la vida. Digo yo… no sé.

lunes, 18 de mayo de 2009

SE ACABO EL HIATO BLOGERO ... Y MUSICAL


No fue un hiato tipo Foo Fighters, P.O.D. o Red Hot Chili Peppers, mucho menos el de Nine Inch Nails quienes han anunciados sus respectivos descansos para este año. Uno se pierde por circunstancias inexplicables… aunque mi twitter me ha mantenido informado. Gracias a quienes me extrañaron y saludos a los que me leerán.


La idea no es declarar este post una solemne vuelta como si fuese el nuevo álbum de Green Day, Kiss o Aerosmith, al menos sí el comienzo de nuevos escritos que no me gustaría se desperdiciaran en un soliloquio cibernético. Tampoco es que deban ser aborrecidos como los predecibles, nostálgicos y aburridos regresos de Blink 182, Limp Bizkit o Creed. En el peor de los casos ni siquiera me gustaría decepcionarlos como la reunión de a ver … ¿La Leche?


Ha habido mucho movimiento desde mi anterior post, el download se ha ido estableciendo como una inevitable forma de promoción en nuestra ciudad, la escena musical parece dominarla o en vía de, adolescentes con registros de voz que duplican su edad. Bueno, no ha pasado mucho tiempo tampoco, pero sí he visto una nueva camada de agrupaciones cantando en inglés: The Asbestos, Black Hole Nine, Verona, Greasy Grapes, The Last April… y la lista sigue. Me pregunto, en tono serio, apreciativo y respetuoso ¿Hay un ávido interes por exportar talento? ¿Ya no podemos gestar rock con una fonética en español capaz de trascender? Juanes puede hablarnos de eso.


Estoy detrás de esa interesante búsqueda. Insisto, no estoy criticando, me estoy cuestionando internamente este fenómeno para conocer lo que las bandas andan haciendo. Sí Sepultura lo hizo, lo sé, solo quiero averiguar qué pasa. Capaz es producto de una coincidencia que me está atormentando o sea culpa del British Council y el CVA.


En todo caso, por allí están otras interrogantes como la falta de bandas contestatarias en nuestro país, aunque sí hay músicos con lacitos negros en su messenger. Ni hablar de la legión de bandas de “conciencia social” que terminan siendo complaciente con el gobierno de turno. Recuerdo cuando el rock era contracultural. Puede que esté esperando mucho de ellos o es que esta generación está malcriada y no hay nada de qué quejarse… aún tienen la emoción de cantarle a amores inconclusos.


También me viene a la mente todo ese sentimiento de frustración y resentimiento que muestran algunas bandas de rock que he visto montarse en tarima a decir “!Qué muera el reggaetón!”. Allí viene una fantasiosa imagen a mi cabeza, tratando de visualizar a Daddy Yankee gritar “!Que Muera The Rolling Stone!” o no se me ocurre haber visto a Don Omar gritárle a su público “!No más U2 por el amor de Dios!”. Lo irónico es que la mitad de los reggaetoneros de nuestra ciudad oyen Coldplay, Caramelos de Cianuro, Los Amigos Invisibles y he sabido de algunos que alucinan con Bob Dylan, Depeche Mode y hasta Metallica, mientras ordenan sus agendas de conciertos en el interior del país, porque ellos sí tocan bastante y viven la vida feliz sin preocuparse por el dolor diario del rock.


Lo que no voy a negar es que de a poco se ha visto una intención de camaradería entre bandas que permiten inventarse espacios y engranar sus propuestas. Estamos claros que ya ninguna sigue soñando en conseguir el contrato discográfico millonario, lo que quieren es tocar y ser escuchados. Por un momento temí que eso terminara. ¡Bien por ellos!.. vamos bien.


Hay ciertas prioridades que han cambiado, lo que genera un nuevo orden urbano, agrupaciones aún tanteando, así que vayamos con calma. La esencia parece mantenerse allí, de manera que iremos discerniendo nuevamente hacia dónde van los tiros.


Aún quedan pasillos por recorrer de este laberinto sonoro venezolano que trata de encajar, sorprender y aprender de sus errores. No está mal irlos documentando. Digo yo… no sé.