No recuerdo exactamente la primera vez que esta frase resumió mi concepto de los músicos, especialmente los de este país. Al principio tiene su connotación hiriente, aunque divertida cuando la pones en práctica. Ese mundo lo define mejor el film “This is spinal tap” (Rob Reiner, 1984)
Nada más real que esta afirmación. Los músicos son eso… músicos, personajes que piensan diferente al común denominador. Eso explica cómo es que tienen una visión artística de las vicisitudes, penumbras, desgracias y situaciones que un simple mortal resolvería de un modo fácil y peligroso… como las que toman diariamente.
Estas estrellas con sus instrumentos hasta hacen una canción que puede tocar a mucha gente, a menos que se desgasten y logren perturbar a una masa.
De todas maneras las dos aristas de esta frase valen su significado. Sólo un músico te pregunta en pleno paro laboral o crisis económica: “¿Ya mandaste el sencillo a la radio?” Viven en un mundo paralelo capaz de alienarse en sus escalas, melodías y formas de dominación sonora que olvidan hechos elementales como el verdadero comportamiento humano.
Quienes han manejado una banda les habrá sucedido pequeñeces como recibir la llamada del guitarrista o cantante para decirte: “¡Terminé con mi novia!”. Entiendo lo existencial que es ese estado anímico en la gente, pero ¿tiene un manager que entrar en la etapa de niñero para oír historias de desamor, seguramente generadas por situaciones que se repetirán en el transcurso de su carrera musical? Los músicos parecen llevar ese chip de inestabilidad amorosa que hasta suelen conllevar según la gira que comparten. Su ex termina con el de la otra banda, cuando no es por un modelo, actor o Dj. Todo depende del estatus del integrante o la banda y el nivel de quien engaña. Cosas del círculo artístico. Luego te sueltan: “Tengo muchas canciones donde la destruiré” y se autodestruyen ellos en los pensamientos pasados y de cómo podrían reconquistarla con una balada de mensajes ocultos.
Hice una mini lista de comunes llamadas que hay que soportar de músicos quejones:
- “Mi tia-madrina fue a Esperanto y el disco no estaba”
- “El novio de mi primita escucha la radio todo el día y no ha oído el tema”
- “¿Sabes qué días tocaremos esta semana? Es que estoy cuadrando un viaje con la familia”.
- “Evenpro va a traer a la banda que podemos telonear, ¿ya le enviaste el material?
- “Acabo de componer un tema nuevo ¿quieres oírlo?”
- “¿Sabes si ese local tiene luces robóticas?”
- “Ey pana escuché que no te gustaba mi disco, ¿por qué no me lo dices en mi cara?”
- “¿Tenemos que llevar el backline nosotros?”
- “¿Cuándo tocamos?”
¿Cómo logras explicarles las mismas inquietudes en diferentes formatos cuando estás viendo el futbol, sales con tu novia, familia, andas reunido u ocupado? Ellos no entienden de esas cosas. Se sienten el centro de atracción en todo momento.
Descubrí que el karma de un músico es el tiempo libre, tratan de cambiar al mundo y te quieren hacer parte de esa engorrosa labor. Aprecio el talento de todos ellos, por eso no los considero gente, pero cuando planean atormenta… es su naturaleza artística la que manda y abruma.
Esa burbuja llamada creatividad puede llegar a absorber el ideal de vida real para convertirse en un planeta alejado de los compromisos mundanos hasta disgustar al más cercano de su entorno: el manager, quien entre averiguar su papel de booking-manager, pasa a ser una niñera mal pagada.
Una cosa sí es segura, apenas arranca el proceso de promoción, uno termina siendo menos gente que ellos… ¿no sería mejor enseñarles a quejarse menos e inculcarles la verdadera visión del artista?... Digo yo… no sé.
Nada más real que esta afirmación. Los músicos son eso… músicos, personajes que piensan diferente al común denominador. Eso explica cómo es que tienen una visión artística de las vicisitudes, penumbras, desgracias y situaciones que un simple mortal resolvería de un modo fácil y peligroso… como las que toman diariamente.
Estas estrellas con sus instrumentos hasta hacen una canción que puede tocar a mucha gente, a menos que se desgasten y logren perturbar a una masa.
De todas maneras las dos aristas de esta frase valen su significado. Sólo un músico te pregunta en pleno paro laboral o crisis económica: “¿Ya mandaste el sencillo a la radio?” Viven en un mundo paralelo capaz de alienarse en sus escalas, melodías y formas de dominación sonora que olvidan hechos elementales como el verdadero comportamiento humano.
Quienes han manejado una banda les habrá sucedido pequeñeces como recibir la llamada del guitarrista o cantante para decirte: “¡Terminé con mi novia!”. Entiendo lo existencial que es ese estado anímico en la gente, pero ¿tiene un manager que entrar en la etapa de niñero para oír historias de desamor, seguramente generadas por situaciones que se repetirán en el transcurso de su carrera musical? Los músicos parecen llevar ese chip de inestabilidad amorosa que hasta suelen conllevar según la gira que comparten. Su ex termina con el de la otra banda, cuando no es por un modelo, actor o Dj. Todo depende del estatus del integrante o la banda y el nivel de quien engaña. Cosas del círculo artístico. Luego te sueltan: “Tengo muchas canciones donde la destruiré” y se autodestruyen ellos en los pensamientos pasados y de cómo podrían reconquistarla con una balada de mensajes ocultos.
Hice una mini lista de comunes llamadas que hay que soportar de músicos quejones:
- “Mi tia-madrina fue a Esperanto y el disco no estaba”
- “El novio de mi primita escucha la radio todo el día y no ha oído el tema”
- “¿Sabes qué días tocaremos esta semana? Es que estoy cuadrando un viaje con la familia”.
- “Evenpro va a traer a la banda que podemos telonear, ¿ya le enviaste el material?
- “Acabo de componer un tema nuevo ¿quieres oírlo?”
- “¿Sabes si ese local tiene luces robóticas?”
- “Ey pana escuché que no te gustaba mi disco, ¿por qué no me lo dices en mi cara?”
- “¿Tenemos que llevar el backline nosotros?”
- “¿Cuándo tocamos?”
¿Cómo logras explicarles las mismas inquietudes en diferentes formatos cuando estás viendo el futbol, sales con tu novia, familia, andas reunido u ocupado? Ellos no entienden de esas cosas. Se sienten el centro de atracción en todo momento.
Descubrí que el karma de un músico es el tiempo libre, tratan de cambiar al mundo y te quieren hacer parte de esa engorrosa labor. Aprecio el talento de todos ellos, por eso no los considero gente, pero cuando planean atormenta… es su naturaleza artística la que manda y abruma.
Esa burbuja llamada creatividad puede llegar a absorber el ideal de vida real para convertirse en un planeta alejado de los compromisos mundanos hasta disgustar al más cercano de su entorno: el manager, quien entre averiguar su papel de booking-manager, pasa a ser una niñera mal pagada.
Una cosa sí es segura, apenas arranca el proceso de promoción, uno termina siendo menos gente que ellos… ¿no sería mejor enseñarles a quejarse menos e inculcarles la verdadera visión del artista?... Digo yo… no sé.