“El manager es el
alter ego del artista, la parte del artista que la audiencia nunca ve” (This Bussiness of Artist Management).
Los autores Xavier
M. Frascogna Jr y H. Lee
Hetherington se adentran en verdades del rol de manager. “Es un planificador,
asesor, organizador, estratega, supervisor, coordinador, detallista, compañero
de viaje y amigo”.
¡Y tienen razón! Son como unos toderos profesionales, psicólogos
ad honorem que van descubriendo el
día a día de sus artistas, sus mañanas, malcriadeces, debilidades, intensidades
y toda la personalidad que un músico encierra en eso que suelen llamar arte.
La primera vez que hice el intento de ser manager fue con Los Mentas, corría el año 98 y mi curiosidad por ver a una banda de
rockabilly me llevó a los alrededores
de Sabana Grande para ver tocar a esta banda. Juro que solo quería
entrevistarlos y en el camino sólo había ideas por ejecutar. Sin proponérnoslo
estábamos trabajando juntos. Buenos momentos sin dudas y aún conservamos la
amistad.
En cierta forma me siento como un Jerry Maguire, cuando escribe aquella declaración de principios
antes de renunciar a su oficina. Me viene a la cabeza aquellas palabras que le
dice a Rod Tidwell: “Estoy allí afuera por ti. No sabes lo que es
ser YO allí afuera por TI. Es un asedio donde te tragas el orgullo hasta el
amanecer y del que nunca te contaré al respecto… ayúdame a ayudarte”,
simplifican un poco esa parte no visible alrededor del manager… porque el músico solo percibe lo obvio de ese oficio.
Cuando miras los ejemplos de personajes como Brian Epstein (The Beatles), Peter Grant
(Led Zeppelin), Don Arden (Small Faces,
Black Sabbath), Coronel Parker (Elvis Presley),Malcolm McLaren (Sex Pistols),
Steve O´Rourke (Pink Floyd), Paul McGuiness
(U2), Rod Smallwood (Iron Maiden),
Kelly Curtis (Pearl Jam), Cliff Burnstein
(Metallica), sus historias y formas
de ejecutar estrategias, se entiende el engranaje que debe existir entre manager y artista para su éxito. “Probablemente la analogía más cercana es la
de un buen matrimonio. Sobre todo, un buen matrimonio requiere un fuerte
sentido de confianza mutua y la capacidad de ver las cosas como son”,
escribe Fracogna y Hetherington.
“La participación
del manager en la carrera de un artista es crucial para su éxito “, nos enseña
el libro antes mencionado. “De hecho, el
manager es otro individuo, además del artista, quien llega a ver y tocar todas
las piezas del rompecabezas que encajan entre sí para crear la carrera del
artista”, nos recuerda el libro antes mencionado.
Nuestros casos venezolanos Alberto Cabello (ViniloVersus),
César Elster (La Vida Boheme), Libero
Iaizzo (Caramelos de Cianuro), Jesús Noriega (Los Amigos Invisibles), Maximo
Pastorelli (Papashanty Saundsystem),
Christian Gall (Fauna, 4to Poder),
pueden dar fe de lo que es el día a día de sus artistas, entenderlos, lidiar
con sus egos, a veces subirles nuevamente ese ego por el que son capaces de re-direccionar
todo el curso de sus carreras y seguir adelante en las ideas originales. Eso
que llaman “arrearlos”.
Se vuelven una especie de Sergio, ese personaje protagonizado por Puff Daddy en la película Get Him to the Greek, deben ser
duros, directos y de vez en cuando usar el “mind-fucking”
para mantener el equilibrio.
Personalmente no sé si me considere un manager como tal, me tomó unos años
volver a esa parte de mi convicción y gracias a The Asbestos retomé todas mis ideas, luego me vi vinculado con Bioshaft y en el proceso me reconcilié
con Candy 66 en eso de manejarlos,
una idea que deambulada por años pero que no se finiquitaba. Ahora tengo tres
bandas, antes renegaba y no quería asumir el rol, así que vuelvo a ser un Jerry Maguire criollo… esas cosas
pasan.
Recibes de los músicos ideas en las madrugadas, oyes sus
problemas amorosos y hasta rupturas, divides tus horas de trabajo en los
bloques creativos de cada integrante de bandas diferentes que manejas.
Es como replantearte los husos horarios de tu vida y te
preparas para cada llamada, mensaje, idea, consejo, preguntas a cualquier hora
que se produzca. Si hay algo que aprendí en el camino es que un músico jamás va
a dejar de preguntar. Creo que está en
el combo. Un músico siempre va a reclamar atención.
Esa alianza pareciera ser vocaciones compartidas que
deben reconciliarse en el día a día. El manager
sabe que a veces su rol es como paternal, verse casi como un “nanager”, poniendo a tono algunos caprichos de sus artistas. Es complejo ese ordenar de la
inocencia del artista en la que se crea su mundo paralelo… que uno debe
descifrar con el tiempo.
Muchas bandas se acercan a diferentes managers para que los manejen. Es
complicado trabajar con una banda de la que no sientas feeling. Uno siempre se deja llevar por ese sentimiento o conexión
que te permite llevar adelante el proyecto, sobre todo al comenzar. Así que
irse a la ligera implica compromiso que si no vas a querer cumplir, lo mejor es
no aceptarlo así sea por amistad.
Y capaz muchas bandas no lo entiendan, hay quienes
esperan conseguir un manager para que
les ponga el agua en la tarima y les
busque shows donde tienen el acceso inmediato. No se percatan del trabajo
adicional que supone planificar toda una carrera y que la banda la ejecute.
Opinión personal, no existen mejores managers ni mejores bandas, sino una alianza e intereses comunes
donde el manager pone sus ideas,
escucha las del artista y entre todos ejecutan acciones que en el tiempo los
llevará al éxito. Es un trabajo en conjunto, llevado por el respeto, la
confianza y la premisa de que todas esas fuerzas unidas crearán algo importante
¿están todos dispuestos a tomar ese reto cargado de paciencia?
“Para tener éxito,
toma mucho trabajo duro junto con a una voluntad de comunicarse, comprometerse
y cambiar a medida que crece al relación y se presentan nuevos retos”,
advierte las páginas de This is Business of Artist Management.
Creo en la voluntad de trabajar entre ambas partes. El
talento de una banda es importante, pero si no tiene los accesos que el manager le brinda, junto a las ideas, es
talento efímero. Un manager termina
siendo un miembro más de la banda. Cuando comienzan a verse como dos entes
distanciados de los intereses artísticos y laborales –obvio que ambos desean
generar ganancias-, la ecuación, caiga del lado que caiga, termina por
disolverlos.
Seamos honestos, las bandas hacen su música y necesitan que
les digan qué hacer luego…
Para ser un buen manager
necesitas una buena banda que demuestre que tus creencias son válidas. Aquellas
bandas que desean destacarse y ser reconocidas, definitivamente dependen de ese
personaje que nadie conoce detrás de su carrera para que la balanza los ayude a
triunfar.
Entonces llega la pregunta ¿Los managers sirven para algo?
La respuesta es un rotundo SI … Digo
yo … No sé.
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